hombre. No teniendo dentro de sí mismo la fuente de su propia perfección y felicidad, depende existencialmente del Creador que le ha señalado la meta y el camino. De Dios le ha de venir, por tanto, toda la normativa para su comportamiento ético. Así no es extraño que toda la trama de la Revelación Especial, supuesta la “caída” existencial del ser humano por la corrupción original del pecado, comporte junto al concepto primordial de “salvación” (liberación de Egipto), una constante andadura, un “éxodo”
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